4 de ago. de 2008

En Cartelera: "TROPA DE ÉLITE"

Cuando estuvo en el festival de Berlín, en el cual logró ser el gran ganador al recibir el Oso de Oro, José Padilha afirmó que el Capitán Nascimento (Wagner Moura) no era visto como un héroe para nosotros los brasileños, ni como un auténtico representante de la clase baja de nuestro país. Según él, el personaje principal de la película es un hombre agotado física y psicológicamente por su trabajo; un luchador, que se levanta cada día pensando en su supervivencia... ¡bla, bla, bla!

Padilha miente cuando afirma que Capitán Nascimento no es un héroe. Hoy, después de esta película, tenemos en Brasil por primera vez nuestro gran representante “histórico”. Finalmente podemos dejar de lado nuestros “iconos” pasados, como Don Pedro I, Princesa Isabel o Duque de Caxias (equivalentes a los antiguos reyes españoles más representativos como Carlos III, o Isabel I), todos falsamente idolatrados en pro de un aura brasileña, que teóricamente toda nación necesita. Lo que él no entrevé es que ese “héroe” existe más para esos jueces asesinos que en lleno siglo XXI aún condenan reos a la pena de muerte, que para el Justiciero de los comics. Pura apología de la violencia.

Por necesidad, poca fe o, simplemente, por ningún sentido racional, acogemos a ese personaje como nuestro “héroe”. Pero, ¿dónde se ha visto un héroe que no resuelve ningún problema? ¿Héroe de quién, y del qué? La película no nos da soluciones en momento alguno; en realidad, logra aumentar nuestro pesimismo. Aunque invoque el cine-denuncia, Padilha se preocupa más en copiar las técnicas de los maestros del tema, que en copiar el contenido/sentido. Lo que él parece desconocer es que la narrativa depende de la forma.

Como ejemplo se puede citar Todos los hombres del presidente de Alan J. Pakula, que hace uso de la forma clásica para contar su historia, siempre enfocado en su contenido de denuncia. El espectador no es distraído a lo largo de la película; se le presentan todos los datos necesarios para ubicarlo en la situación vivida por los americanos de aquella época.

Parecido, sólo que más adaptado a la modernidad, hace Michael Mann, e hizo Scorsese con Infiltrados (en ese caso, una denuncia general y no específica, por eso suena más ficcional). En el caso de la película brasileña, él se pierde en sus efectos y en su comercialidad. Por culpa de su narrativa, con exceso de informaciones y escasez de tiempo, se dificulta la comprensión. Todo acaba siendo superficial. A lo largo de la película, siempre es citado el “sistema” como el gran responsable de la corrupción, pero, ante la complejidad del tema, era necesario priorizarlo para una mejor comprensión; como mínimo, adentrarse más para que no se diera la impresión de que al final le faltó algo de coraje. Sin embargo, él está muy interesado en mostrar que la clase joven burguesa es la gran consumidora de las drogas, y que si no fuera por ese consumo, el tráfico estaría arruinado. Pero es criticar a los menos culpables; las cobayas sumergidas en su inmadurez.

Pero es Ciudad de Dios de Fernando Meirelles la principal fuente de inspiración de Padilha. Él mismo llegó a decir que su película es la segunda de una trilogía iniciada por Ciudad de Dios: La “Trilogía de la corrupción”.

A causa de esto, las comparaciones se hicieron ineludibles. La narrativa es parecidísima, o idéntica: muchos tiros, muertes, escenas de acción (innecesaria la larguísima secuencia de entrenamiento del BOPE)... Por esas semejanzas, Tropa de élite no está teniendo, ciertamente, el mismo impacto de su “antecesor” (a pesar del premio en Berlín, la película no logra que haya buenas críticas y buena acogida pública en casi toda Europa). Para europeos o americanos, no es nada más que un filme sobre las favelas brasileñas; un bis. Además, los personajes de Ciudad de Dios tenían más carisma, principalmente el villano. Meirelles también estuvo seguro de que el espectáculo debía imponerse a la seriedad del tema.

Pienso que un director tiene que ser consciente de lo que quiere contar y cómo, manteniendo así un patrón narrativo. Tropa de élite está siempre entre lo comercial y lo alternativo; no dosifica, quiere jugar en los dos campos al mismo tiempo, y en esa confusión se pierde mucho. Otros buenos ejemplos, para establecer comparaciones, son: la última película de la saga Rambo, dirigida por Stallone. Comercialmente es una película perfecta al criticar las atrocidades que pasan en Birmania. O las películas de Costa-Gavras en su época pre-hollywoodiense, que eran seriamente críticas y poco espectaculares, y cuando fue a Hollywood, en sus primeras películas, supo dosificar bien esos dos campos. Incluso el propio Padilha en su documental Bús 174, estuvo lúcido al no perder jamás el foco de lo que contaba. Lo que me hace imaginar que el éxito se ha tragado la creatividad.

Sólo nos resta ahora esperar esa tercera parte, donde el foco crítico, ya adelantado por el director, será la corrupción política. Con seguridad generará muchas polémicas en Brasil, y, sinceramente, espero que esa próxima película sirva como complemento a Tropa de élite. Sólo así, este filme de espectáculo, ganará en sentido, seriedad, y, por qué no decirlo, en coraje.

Um comentário:

Anônimo disse...

É, boa parte dos problemas que eu vejo em "Tropa de elite" foi contemplado pelo texto.

Para mim, o filme é problemático em todos os sentidos, narrativo, ideológico, político, estético, etc. Uma confusão que faz com que a clareza se perca. Resultado, um filme que denúncia sem denunciar.

A denúncia é tão desfocada, que acaba por tornar um dos elementos a serem denunciados, em um dos elementos imprescindíveis para a realidade denunciada deixar de existir. E, dessa confusão, brota o "herói" Cap. Nascimento.

É triste. Mas demostra que a violência no Brasil é muito mais problemática do que imaginamos. Pois a sociedade vê a violência como a única forma de redimir a violência.

Não só a violência, claro, tudo será redimido pela violência. Que o diga os mortos de O Massacre do Carandiru, A Chacina da Candelária, O Massacre de Eldorado dos Carajás, etc.

 
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